Facebook login

Los peligros del rescate del Super Puma AS332

Desde el minuto uno, el capitán de corbeta Francisco Javier Súnico se puso al frente del equipo de rescate submarino. Fueron nueve días en los que buzos de Canarias y Cartagena se expusieron, se la jugaron. Nueve días en condiciones infernales, con la amenaza permanente de los tiburones, con heridos, con golpes, con riesgos... «La primera orden fue activar un equipo de buceo urgente para mantener a flote un helicóptero accidentado». Fue el inicio de la que hasta ahora ha sido la misión más difícil en sus 15 años de inmersiones.

Desde el principio hubo otro peligro: los tiburones. Muy numerosos pero, al principio, pequeños, de un metro. Las condiciones para el buceo eran aptas. La visibilidad, entre cinco y siete metros. Aceptable. «Se podía trabajar bien. En esta primera jornada bajamos por parejas. Sentimos el peligro de los escualos y tiramos de cuchillos por si teníamos que defendernos. No hizo falta. Aún no teníamos tiradores. Tampoco disponíamos de cámaras hiperbáricas. Los primeros días nos la jugamos más».

Los tiburones estuvieron allí todo el tiempo. Su amenaza era permanente. «Contábamos entre 10 y 15 aletas... El tiempo aún era aceptable, pero empezaba a complicarse y hacerse difícil». Comenzaron las corrientes, arriba y abajo. El día 27 [cinco después del primer aviso] se unieron otros seis buzos de Cartagena. «Pasamos de 11 a 17 buzos.

Ya llegaron el Rayo y los dos cazaminas [buques de refuerzo]. A bordo, todo el equipo que nos faltaba, incluidas las cámaras hiperbáricas y los tiradores de precisión para protegernos de los tiburones, además de personal médico especializado».

Fuente: El Mundo