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¿Cuánto cuesta un... UKSF SAS?

Navy Seal, SAS y KSK. Tropas de élite que se han dado a conocer entre el gran público gracias al cine y los videojuegos y que, sin embargo, tienen sus orígenes en la flor y nata de los ejércitos en la vida real. Se trata de tropas que han protagonizado algunas de las hazañas bélicas más sonadas de todos los tiempos, recogidas en los libros de historia militar y que han inspirado películas, libros y juegos de acción.

Una élite dentro de los ejércitos convencionales, cuyo entrenamiento físico y mental poco tiene que ver con los de un soldado regular. Las principales potencias militares conocen su importancia estratégica e invierten un considerable pellizco de sus presupuestos militares en 'mimar' a estas unidades. Por ejemplo, Inglaterra gasta en sus fuerzas especiales, el legendario SAS, entre 2.000 y 3.000 millones de de libras al año . Una cantidad que equivale a aproximadamente a un 10% del presupuesto de su Ministerio de Defensa.

Sin embargo, este dispendio muchas veces resulta inútil para retener el talento militar de estos soldados. Durante las guerras de Irak y Afganistán, Estados Unidos y Reino Unido se han enfrentado a graves problemas a la hora de retener a estas tropas ultraprofesionalizadas entre sus filas.

Los ejércitos buscan contar con hombres capaces de acudir a misiones que las tropas regulares considerarían un suicidio. Para ello, llegan a invertir cientos de miles de euros, en ocasiones más de un millón, en su entrenamiento y preparación para situaciones extremas.

El SAS británico

"Quien arriesga gana" es el lema lema de los SAS británicos. Unas siglas que corresponden a Special Air Service. Un cuerpo que tiene sus orígenes durante la segunda guerra mundial y que surgió con vocación de realizar operaciones de sabotaje de la mano de pequeños grupos de hombres lanzados en paracaídas tras las líneas enemigas.

A pesar de que cuentan con un periodo de formación de tan sólo seis meses, una cifra relativamente baja para el estándar de las fuerzas especiales, sus miembros realizan una intensa formación continuada en diversas disciplinas (armas, idiomas extranjeros, sabotaje, comunicaciones, paramédicos, paracaidismo, demoliciones y explosivos...) una vez que han superado el periodo preparatorio.

El SAS es mundialmente célebre por sus rigurosas pruebas de acceso, que se celebran dos veces al año en la que los aspirantes deben superar con éxito toda clase de exámenes físicos y psicológicos antes de ser finalmente admitidos en la unidad. Su prueba más célebre es conocida como The Long March -La marcha larga, en castellano- en la que los aspirantes deben realizar un recorrido de 64 kilometros por las montañas de Gales con una mochila de 25 kilos en menos de 24 horas. Una prueba en la que es habitual que algunos de los aspirantes fallezcan fruto del cansancio o la hipotermia .

El entrenamiento del SAS requiere de una fortaleza física y mental extrema. No en vano, menos del 10% de los candidatos logran superar el proceso de selección, en el que son sometidos a durísimos interrogatorios que rozan la tortura o a ejercicios en entornos extremos como montaña y jungla.

No en vano, estos soldados resultan las fuerzas especiales más caras de mantener del mundo. El gasto medio que un miembro del SAS supone al ejército británico durante su vida militar se encuentra en torno al millón de euros.

Una unidad tremendamente cara de mantener que conlleva un importante esfuerzo fiscal para el Reino Unido. EL país emplea una décima parte de su presupuesto militar en defensa para mantener a sus 2.000 efectivos de las unidades de operaciones especiales. Según los datos conocidos gracias a la ley de transparencia británica, las partidas en este concepto oscilan entre los 2.000 y 3.000 millones de libras dependiendo del año.

Una unidad para la que el primer ministro británico, David Cameron, ha prometido incrementar su partida presupuestaria en 2016 ,considerando que necesita más que nunca este perfil del SAS para sus operaciones en el extranjero.

A pesar de su alto grado de profesionalización, el SAS siempre ha contado con un cierto componente de excentricidad en el que reside parte de su encanto narrativo. Esta unidad supone un tema recurrente en la literatura, el cine y los videojuegos de acción gracias a las aventuras de algunos de sus miembros o exmiembros más conocidos.

El SAS, que ha participado en todas las operaciones militares británicas desde la segunda guerra mundial hasta nuestros días, ha dado lugar a célebres personajes como Chris Ryan o Simon Mann.